Ha pasado un año desde que dejé Chile para comenzar este periplo. Y han pasado meses desde la última vez que escribí aquí. Y es que se ha vuelto difícil plasmar todo lo que quiero. No sólo es la incapacidad de darle forma a aquellas historias que considero que merecen ser contadas, es también no tener el espacio o el tiempo para hacerlo. Es la autocensura que aflora por el miedo a afectar el bienestar de las personas que conocí, frente a leyes y costumbres que distan de nuestra propia brújula moral. Es el tira y afloja entre querer contar pero tener que editar.
Y es que desde Sousse ha pasado demasiado. Podría contarles sobre el voluntariado en una granja de olivos al interior de Túnez, el hotel de mala muerte en Sfax donde los ácaros me comieron vivo, las dieciseis horas que pasé en Paris junto a Loreen, los estudiantes de teología ortodoxa que me hospedaron en Bucarest, los otros mochileros que conocí en un tren que cruza el Danubio, los pueblos y los osos de las montañas búlgaras, las estatuas de Skopje, aprender albanés junto a Natalia durante sus vacaciones, el exmilitar que en su embriaguez me confesó toda la culpa que acarrea consigo, el cantante de ópera nudista en Atenas, sobre las noches de fiesta frente al mar en el valle de las mariposas, sobre la hospitalidad que experimenté entre autopistas y ciudades al este de Turquía o sobre la monotonía de mis días en un hostal en Tbilisi.
Todos estos son momentos que espero algún día poder compatir. Y de seguro lo haré pero solo a medida que crea prudente hacerlo.
Por ahora, les puedo contar lo que me mantiene preocupado hoy. En unos días más debo quitar Georgia/Sakartvelo e continuar este viaje. Tras casi tres meses aquí, volver a la ruta se vislumbra difícil. Y aún tengo dudas sobre el próximo destino. El plan original era esperar a que Azerbaiján abriera los pasos fronterizos terrestres para poder tomar un ferry en Baku a través el mar Caspio en dirección a Kazakhstan. Pero esto no ocurrió. Si quiero llegar a Asia Central el único camino que me queda disponible es a través de la Federación Rusa. El problema es que no solo es un país en guerra sino que además, y a causa de esta, Rusia ha sido excluída del sistema bancario SWIFT, lo que significa que no podré usar mis tarjetas ni enviarme dinero mediante Western Union. ¿Las alternativas? Ir a Armenia o volver a Turquía pero después ¿cómo sigo avanzando?