De los múltiples lugares de interés en Tetuán, que considera hornos, mezquitas, casas y fuentes, todos debidamente identificados con una señalética acorde, hay uno que estaba completamente fuera de mi radar y es el hammam.
Los hammamat (sí, ese es su plural) son baños públicos que están repartidos por toda la medina y que existen en gran parte de los países árabes. Su interior se separa en cámaras que dividen el espacio según cuán caliente es el vapor y el agua.
Al entrar te entregan una bolsa plástica con una pasta marrón, un jabón local llamado beldi, más dos baldes y una pequeña cuchara de agua.
Los locales lavan con agua el espacio antes de sentarse y varios se acostaban sobre la cerámica tibia para descansar y relajarse antes de comenzar el ritual del lavado.
¿Cuántas veces tendré que bañarme en un hammam para quitarme de encima toda la culpa que tengo?